Tu partida me ha tomado por sorpresa en muchas formas, pero en tantas sabia que era tan solo cuestión de tiempo. Todavía sigo revisando tu chat a la espera de verte conectado. Aún cuando sabia que no estamos destinados a estar juntos. Pero algo en mí quería aceptarte con todo lo que incluías. Debo decir que me siento muy abrumado en varios aspectos.
Tomaste una parte de mí y la pegaste con tus abrazazos y besos. Me hiciste pensar que las personas desconocidas si son buenas aún cuando no tienes pruebas. Incluso me hiciste creer que las cosas no deben tener sentido para existir. Y que a veces, el mejor momento del día es cuando se está en silencio.
Algunas veces recuerdo por las noches tu calor y tus ronquidos (y las veces que te golpeaba para dejar de roncar). Esos momentos cuando me mirabas y veías en mi tantas promesas, sueños y deseos. Y aún cuando sé que yo fui el que te dijo adiós, algunas veces quisiera arrepentirme, pero sé que fue la mejor decisión. Tú nunca quisiste llevarme la contraria y esa es la razón por la que ahora estamos lejos y hoy nos decimos “amigos”.
No podría culparte por este dolor que siento, porque al final fui yo quién deje que esto pasará. Pensé en darte mi corazón cuando tú solo querías un cuerpo y una cama donde dormir. Siempre supe que el compromiso y la fidelidad no iban contigo pero aún así quise aferrarme a ti.
Creo que siempre he sentido una afición por las personas rotas y lastimadas. Quizás esta en mi ADN siempre querer arreglarlas. Las personas normales siempre me han parecido aburridas. Y quizás es por eso que siempre termino en el mismo lugar.
Hoy te dejo volar, y te suelto de mi mente y mi corazón. Porque sé que las cosas no son a la fuerza y cuando un plato se rompe, aún cuando lo pegues con mucho cuidado, jamás quedará igual.
Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Comenzó como Community Manager en el 2011 con Blogger y termino con WordPress. Escribe sobre amor, temas LGTB+, y quizás mañana sobre Política.
Es Comunicólogo por Profesión, pero Psicólogo por vocación.
