Érase Una Vez: Aristemo

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Erase una vez dos príncipes que vivían en distantes reinos. El Príncipe Aristóteles estaba forzado a un matrimonio arreglado, mientras que el Príncipe Cuauhtémoc estaba en busca de su felicidad.

Pero un buen día, el Reino de los Córcega organizo una gran fiesta de disfraces, al cual fueron invitados muchas personas, incluidas personas de otros reinos. El Rey Pancho y su hijo, el príncipe Temo fueron invitados.

La fiesta comenzó como estaba esperado. Miles de jovencitas se acercaban al Príncipe Ari para conseguir su amor y atención. Pero parecía que ninguna llenaba ese vacío que Aris tenia.

La noche comenzaba a caer y Ari se sentía frustrado por no saber que elegir. Su padre lo presionaba muy fuertemente para que se decidiera por una. Pero Ari sentía que lo más importante le seguía faltando: “el amor verdadero“. De otra forma pudo haber elegido a la primera que se encontró pero él sabia que eso no lo haría para nada feliz.

Ari se sintió muy agobiado por lo que estaba pasando y decidió escabullirse de la fiesta. Camino por los largos pasillos del castillo, hasta llegar a un balcón. La luna se veía hermosa y eso fue lo que lo atrajo en primer instancia. Cuando se acercaba a la orilla se percató que había otro joven ahí.

—La luna esta muy hermosa hoy—dijo el otro joven.
Aristóteles comenzó a sentir muchos nervios y a temblar. Era un chico delgado y de su edad, un poco más bajito que él. De piel blanca y con varios lunares en su cuerpo, tenia una sonrisa que iluminaba toda la noche y una voz tan dulce y tierna como el sonido de los pajarillos. Hablaba con tanta firmeza y aplomo que él le creía todo lo que decía.

—Si… Es una… bella noche—dijo Ari tartamudeando.
El chico se volteo y lo vio algo tenso. Enmarco las cejas y se acerco un poco a él. Le toco su hombro y lo miro directamente a los ojos.
—¿Estas bien?
Aristóteles se quedo como congelado, sin saber que hacer.
—Si.. no… la verdad es que no sé como sentirme.
—¿A qué te refieres? —dijo el otro chico.
—Pues tú conoces a mi padre, el Rey
—Ah si, en la mañana lo conocí, un hombre muy amable.
—Si, con todos menos conmigo—dijo Aristóteles entre dientes.
—Bueno, entonces dime, ¿qué te pasa?, a lo mejor y te puedo ayudar.
—Él quiere que yo me case y esta noche elija a la chica.
El otro chico se quedo un poco extrañado e intento buscar las palabras correctas para decirle.
—Bueno, si que es una difícil decisión, la verdad es que yo nunca me he enamorado, por lo que no te puedo ser de gran ayuda pero sé que el amor nunca se equivoca y cuando llegue a tu vida, simplemente lo sabrás.
—¿Y cómo lo sabré?
—Lo sabrás porque tu corazón se agitara, tus piernas temblaran, sentirás unas ganas enormes de gritar lo que sientes, estarás feliz todo el tiempo y solo querrás estar con esa persona especial.
—¿Y tú lo has sentido? —pregunto Aris
—Honestamente no, pero sé que cuando lo sienta, lucharé por tenerlo conmigo, ahora y siempre.

Las campanas comenzaron a sonar y las medianoche indicaba el reloj. El joven que Aris había conocido se disponía a irse de ahí.

—Por cierto, no le dije mi nombre.
—Es verdad—dijo Ari.
—Me llamo Cuauhtémoc, y soy el Príncipe del otro reino.
Ari se quedo anonadado, intrigado y con muchos sentimientos encontrados.
—Bueno, me debo ir Príncipe Aristóteles.
Temo le mostró una sublime y hermosa sonrisa, mientras se alejaba en la penumbra de la noche.

Ari se quedo ahí pensando. Sin saber que hacer y sin entender porque su cuerpo se había agitado de tal forma con este joven príncipe.

Ari seguía perplejo y sin comprender como este misterioso joven le había provocado más emociones en menos de 10 minutos, que todas las jóvenes en toda la noche.

La noche comenzó a terminar y su papá Juan Osorio lo comenzó a buscar. Pero Ari se intento esconder hasta que fue imposible evitarlo.
—Ari, ¿ya elegiste alguna de estas jóvenes?
Ari estaba muy nervioso, enojado y nervioso. Porque no sabia que elegir. Es más ni siquiera quería una chica, sino al Príncipe Temo.
—Papá, yo no estoy seguro de querer una princesa.
—¿Cómo?—dijo Osorio muy confundido.
—Papá a mi me gusta un chico.
Osorio estalló en enojo y comenzó a lanzar groserías y maldiciones al aire. Ari se espanto mucho porque él simplemente estaba expresando sus sentimientos.
—Te vas a comprometer con una de las muchachas que conociste hoy y es el final de esta conversación. ¿Te quedo claro?
Ari solo asintió con la cabeza y se quedó callado.

Los días pasaron y Ari no dejaba de pensar en este misterioso chico y lo incomodo que se sentía con la chica que su papá le había obligado a tener para ocultar su eminente preferencia sexual. Maria era una buena chica, muy amable y muy linda. Ari se entendía bien con ella pero solo como amiga. Él no sabia que hacer porque tenía miedo de como reaccionará su papá.

Un buen día Ari salio al bosque a dar un paseo, con su soledad. Para ser el mismo y quitarse esa máscara que traía todo el tiempo. Se acercaba a un claro cuando de pronto escucho una voz. Una dulce vocecita que le provocaba muchos nerviosos. No estaba seguro de quien era pero si quería saber de quien se trataba.

Se acerco sigilosamente y se escabullo detrás de unos árboles y entonces lo vi. Era el Príncipe Temo, estaba ahí en el riachuelo mientras se lavaba las manos. Temo comenzó a quitarse su camisa porque parecía que se iba a bañar. Su voz resonaba en el claro y en el corazón de Ari. Pero Temo no sabia que había alguien más observándolo, él en su ignorancia seguía su rutina y estaba por quedarse sin su ropa más íntima cuando Ari rompió una rama y Temo se giro asustado.
—¿Quién anda ahí? —dijo un poco miedoso mientras desenvainaba su espada.
Ari se quedo inmóvil un momento pero al final decidió salir de su escondite.
—Hola, soy yo Aristóteles.
Temo lo vio muy indiferente.
—¿Y qué haces ahí?—pregunto muy extrañado.
—Pues… Pues… Pues—tartamudeaba Ari.
Temo se quedo viéndolo y muy en su interior se reía de lo tonto que se veía Ari pero al mismo tiempo le parecía tierno.
—¿Pues? —dijo Temo
—Pues yo vine al bosque a pensar y aclarar mis ideas, y pues te encontré.
—Ah, ¿y por qué me estabas espiando?
—Pues, mira ese fue un error, yo estaba pasando por aquí y solo quería asegurarme que estuvieras bien.
—¿Qué estuviera bien?—pregunto extrañado Temo.—¿Crees que soy el tipo de Príncipe que quiere que lo rescaten?, pues yo creo que te equivocaste de cuento—se rió Temo.
—No, no, no me refería a eso pero es que, Temo tengo que confesarte algo.
Ambos se quedaron en silencio.
—Pues ya dime, que tengo otras cosas que hacer.
Ari dudo pero al final se decidió.
—Príncipe Cuauhtémoc, creo que estoy enamorado de ti… 

El príncipe Temo sostuvo la respiración un momento y termino por sacar una gran carcajada.
—¿Enamorado de mi?, ni siquiera me conoces
—Pero ¿y eso qué?
—Pues si, ¿cómo puedes saber que soy lo que buscas? Solo hemos intercambiado como 3 palabras.
—Pero para mi son suficientes—decía Ari con ojos de perrito a medio morir.

Temo se comenzó a vestir de nuevo y se quedo callado un momento, intentando decidir que hacer. Ya que el casamiento no estaba en sus planes en este momento.
—Príncipe Ari. Debo confesarte que yo no siento lo mismo por ti, y la verdad es que no sé si pueda corresponderte. Ni siquiera te conozco y para mi es necesario el conocernos. Al menos saber lo básico del otro.
—Pero eso se puede arreglar—insistió Ari.

Temo se quedo callado de nuevo. Termino de vestirse y se mordió su labio. Ari lo veía tan enamorado, tan perdido por su encanto, su voz, su sonrisa, sus palabras. Cualquier cosa que Temo le dijera, Ari lo iba a creer ciegamente.
—Mira Ari. La verdad es que tengo que irme, pero quizás podamos vernos en otro momento.
—¿Mañana? ¿Aquí?
Temo dudo por unos momentos e hizo un repaso mental para saber si nada interrumpía con su itinerario.
—Amm, si, mañana podemos vernos aquí pero por favor dejar de verme así, que me incómodas.

Ari se repuso y sonrió muy nerviosamente. Acababa de concretar una cita con el hombre de sus sueños. Temo por su parte se sentía algo extrañado por este chico de cabello chino quien insistía en que era el amor de su vida. Temo nunca se había enamorado, ni siquiera le había prestado atención a eso, y no sabia como reaccionar, o que decir o hacer. Era un camino nuevo que hasta cierto punto le daba algo de miedo. Temo recogió sus cosas y se marcho en su caballo dejando al Príncipe en el claro.

Temo no le había dicho a Ari que él también estaba comprometido por obligación con un joven de su reino al que él tampoco amaba. Y Ari tampoco sabía que Temo estaba en ese claro porque se sentía solo y muy triste. Pero este encuentro le había cambiado el panorama de las cosas. Era extraño pero ese joven de pelos alocados había dejado una espinita en la mente y corazón de Temo.

Por si parte Ari volvió loco de emoción pero también se preocupo demasiado porque no sabía que harían o que ropa debía vestir. ¿Sería buena idea llegar con un presente o sin nada?

Las ideas lo llevaron a perder toda la noche en saber que haría en su próximo encuentro.

A la mañana siguiente, Ari se paró muy temprano y se arreglo. Hizo su rutina matutina y cuando llegó el momento, se escabullo para ir al encuentro con el joven de sonrisa encantadora. El reloj marcaba las 2 pm…después las 2:30…después las 3:00…3:30…4:00…y así se fue hasta que dieron las 5:30. Ari se sintió muy defraudado e incluso muy estúpido. Tiro las flores y el presente que le había traído al Príncipe Temo, se marcho con muchas lagrimas en los ojos y con su corazón roto.

***Actualización 21/03/19 12:00 AM***

Pero lo que Ari no sabia es que Temo no había llegado a su encuentro porque Temo estaba teniendo una acalorada discusión con su padre.

Temo no estaba listo para casarse, o para comprometerse con alguien más. En este momento su felicidad era él mismo y su independencia era la fe que proclamaba. Él no deseaba estar con alguien que no quisiera, pero parecía que sus obligaciones reales lo estaba llevando a un camino que él nunca quiso pisar.

Las horas transcurrieron y el príncipe Temo cabalgo a toda velocidad para intentar encontrarse con Ari. No perdía la esperanza de encontrarlo. Quizás en este momento él era la mejor persona para entenderlo. Su corazón se agito muy fuertemente al darse cuenta que estaba por llegar a claro. Cual fue su sorpresa que Ari ya no estaba. Se bajo de su caballo y se sentó en el suelo. Su mirada se quedo perdida a la nada cuando vio un ramo de rosas rojas. Las rosas que le había traído el Príncipe Ari. Temo no pudo evitar sentirse alagado y muy extraño en su interior. No entendía como un joven que recién conocía le estaba generando tantas emociones.

Temo se subió a su caballo y recorrió la vereda que llevaba al castillo del Príncipe Aris. Pero cual fue su sorpresa que al llegar lo encontró abrazado de un joven doncella que pareciera muy enamorada de él. Temo sintió un fuerte dolor en su corazón y se pensó que quizás había llegado muy tarde. Por su mente cruzo la idea de interrumpirlos y aclararle la razón de su tardanza. Pero algo en su interior no lo dejo avanzar, por lo que retrocedió y se fue muy sigilosamente a su reino.

La noche había caído y Temo se sentía bastante temeroso, ya que el bosque era un lugar muy engañoso y lleno de malas personas que solo buscaban dañar a quien se encontraran. Tenia a la mano su espada pero su miedo radicaba en encontrarse con más de una persona, porque sabia que no podría luchar con tanto al mismo tiempo. Su largo camino estaba a punto de concluir. Podía ver de lejos su castillo y casi celebraba el que llegara sin ningún rasguño a su hogar, cuando de pronto escucho unas voces que provenían de la obscuridad del bosque.

—Miren a quien tenemos aquí. A un pequeño y joven príncipe muy lejos de su casa.
—¿Qué deseas hombre?, yo no estoy buscando problemas con nadie.
El hombre se rió. Era un sujeto con una barba muy larga, unos dientes todos negros y podridos. su ropaje parecía muy viejo y roto. Pero su sonrisa era la mas terrible, porque parecía que disfrutaba el lastimar a los demás.
—Yo creo que el Rey pagara mucho por tu rescate.

***Actualización 21/03/19 11:00 PM***

Temo estaba listo para pelear hasta la muerte por su libertad. El hombre lo ataco y Temo lucho con su espada, golpe tras golpe sin dejarse vencer. Pero el joven príncipe no contaba con que habían más hombres escondidos en la obscuridad. Y cuando estaba peleando con aquel bandido un golpe lo sorprendió por detrás y lo noqueo. Nadie se imagino que esa seria la última vez que verían al príncipe Temo en mucho tiempo.

A la mañana siguiente todos comenzaron a buscar al joven aventurero. La guardia real se movilizo por los alrededores del reino y  fuera de este. Mensajeros salieron para anunciar la cuantiosa recompensa que se estaba ofreciendo por el rescate de Temo. La noticia viajo tan rápido de extremo a extremo hasta llegar a los oídos del reino vecino.

El mensajero llego al castillo del rey Osorio. Los guardias lo escoltaron hasta la sala principal donde se hallaba su majestad y su hijo el príncipe.

—Su majestad—dijo el mensajero del otro reino—He venido desde muy lejos para traer una trágica noticia y rogar por su apoyo.
—Continua mensajero—dijo el Rey.
Ari estaba sentado junto a su padre y estaba un poco ansioso por tener los detalles de este jugoso chisme.
—El príncipe Cuauhtémoc ha desaparecido y mi Rey ruega por su ayuda para encontrarlo.

El soltó una carcajada.
—Dile a tu Rey que eso no es asunto mio, pero que si alguien lo ve, sera el primero en saberlo.
Ari había entrado en una especie de shock. Se sentía muy enojado aun con él pero al mismo tiempo deseaba salvarlo. Algo en él le decía que debía hacer algo. Pero también entendía que debía hacerlo a escondidas de su padre.

El mensajero agradeció la ayuda del Rey y salio a mucha prisa. Ari se escabullo y corrió para encontrarse con este mensajero. Y justo antes de salir del castillo el príncipe lo alcanzo.
—Te ruego me digas todo lo que sabes sobre la desaparición del príncipe.
—Me temo príncipe que sabemos muy poco sobre su desaparición.
—Pero, ¿cuándo ocurrió? ¿o en dónde pasó?
—Es reciente esta desaparición, fue hace dos lunas, justo después de una acalorada discusión entre el rey y el príncipe. Nadie conoce la razón, pero si sabemos que el príncipe Temo salio tarde del castillo con rumbo a este reino. Y ya no regreso.

Ari se quedo perplejo. Porque esa era justamente la fecha cuando habían acorado verse pero no lo hicieron. en su cabeza divagaban tantas cosas: ¿a caso Temo si había ido a buscarlo?, ¿a caso había sido su culpa el que se perdiera? ¿a caso no debería ir a buscarlo él mismo y rescatarlo? ¿seria esa la forma de ganar el corazón del príncipe Temo?

—Llévame contigo mensajero. Yo iré a buscar al príncipe Temo también.
Ambos salieron y cabalgaron hacia el otro reino en busca del príncipe. El corazón de Ari también comenzó a sentirse muy triste de tan solo pensar que podría perder para siempre al hombre de su vida.  Por lo que era imperativo encontrarlo y rescatarlo.

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