Pero no cualquier amor, ese que se defendía hasta con los dientes. El que no se rompía con fragilidad sino que duraba y se aferraba a la tierra como un árbol grande y frondoso. Ese amor que se recitaba en cartas y bellos versos, los cuales con tan sólo leerlos te hacían vibrar por dentro y por fuera.
Ese amor que esperaba por el próximo encuentro y guardaba esa sensación de emoción y adrenalina. Que cuando comenzaba a fracturarse, se sacaba el resistol y se pegaba. Porque ninguno de los dos se daba por vencido, sino que luchaban por mantenerlo, cuidarlo y hacerlo duradero.
Ese amor que era tan puro, inocente pero al mismo tiempo rebelde, que se ocultaba pero se decía a gritos. El que con tan solo el toque de las manos era más que suficiente para electrificar todo tu cuerpo. Y que con una mirada se decía todo.

Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Comenzó como Community Manager en el 2011 con Blogger y termino con WordPress. Escribe sobre amor, temas LGTB+, y quizás mañana sobre Política.
Es Comunicólogo por Profesión, pero Psicólogo por vocación.